De mi encuentro con El año de Saeko

En esta oportunidad quisiera compartir contigo, amable lector, lo que ha sido mi aventura viajando por el mundo del escritor japonés Kyochi Karayama , a través de la lectura de su novela El año de Saeko. En la que nos brinda una sensitiva mirada a la cotidianidad de una pareja asiática: Saeko y Shun’ichi. Apacibles, flemáticos, y sin muchas expectativas ante la vida y el futuro. Su relación se asemeja a un mar en calma. Hasta que el destino, como un viento inesperado, sopla con fuerza e inicia la tempestad.

El autor, de entrada, nos instala en el hogar de Saeko, y nos invita, escena por escena, a convivir en la comodidad de sus rutinas, para sorprendernos en el momento menos esperado apelando a fuertes emociones. Transformando esa apacible calma en una profunda angustia, y así, junto a Saeko, también nosotros perdemos el rumbo.

Karayama nos coloca, sin que podamos intuirlo, frente a dos grandes temores: la muerte y la locura, y lo hace con una maestría fascinante. Es la principal razón de por qué El año de Saeko logró conmoverme, a tal punto de querer comentar su lectura, pues, ha alterado las capas que cubren ese temor que habita en mí: el miedo a la locura, ese desorden mental que imagino como una diminuta puerta cerrada que llevamos dentro, muy dentro. Y que tiene un cartel en letras rojas que reza “salida de emergencia”. Y una vez atravesada, en la mayoría de los casos, no hay retorno. No sé si haya sido el caso de quien ahora me lee, pero, yo siempre he sentido pánico de  hallarme algún día frente a esa puerta con la tentación de ver qué hay del otro lado.

Sin embargo, las lecturas, como algunas situaciones inevitables, no llegan a nuestras manos por azar, así que agradezco el reencuentro con ese viejo temor, a través de este relato. No me quedó más que dejarlo pasar, invitarle un café y charlar un rato. No hay mejor forma de enfrentar a esos "mounstritos".

Para finalizar con esta suerte de reseña de El año de Saeko puedo concluir que su ritmo es como tomar un bote y dejarnos llevar suavemente por la corriente. Mientras que en ese suave ir y venir podemos deleitarnos con algunos platillos japoneses, tan finamente descritos por Karayama, y traducidos al español, de manera impecable, por Lourdes Porta.

Nada mal esta sacudida literaria, con la que comienzo esta serie de reseñas, en este año, donde al igual que en la obra de Karayama, aun cuando todo parece perdido es el amor la única posibilidad de salvación… es el amor la clave para regresar del abismo y continuar.

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