De este lado del camino
En tiempos donde nadie escucha a nadie
En tiempos donde todos contra todos
En tiempos egoístas y mezquinos
En tiempos donde siempre estamos solos
Habrá que declararse incompetente
En todas las materias de mercado
Fito Páez (Al lado del
camino)
Resulta lugar común afirmar que “vivimos tiempos difíciles”,
de eso no hay duda, tanto quienes están fuera del país, como quienes seguimos
de este lado, podemos dar fe de ello. Y no me refiero únicamente al contexto político,
considero que la verdadera dificultad de estos tiempos deviene de una profunda crisis
de valores, a tal punto que, como madre cuestiono qué debo enseñarle a las
hijas para que pasen las pruebas de supervivencia en un mundo tan violento.
En mi contexto inmediato, mi malquerida Venezuela, la pugna por el poder político nos está
demoliendo como sociedad. Las ideas parecen haberse disipado y ya no hay
argumentos, el resultado: un mano a mano entre la barbarie y el absurdo. Basta revisar
las tendencias locales del twitter un
día cualquiera para hallar ejemplos de sobra de lo que intento describir.
Quienes estamos en medio, con algunos argumentos rotos y
oxidados, ya no sabemos quién es quién, nuestras verdades se hacen polvo a cada escalada del desvarío.
Y desearía poder recomponer al menos “mi verdad” pero está hecha cenizas, y se
hace aún más difícil porque quisiera tener convicción y ubicarme de algún lado
de esta balanza, pero, en este ámbito, ya toda verdad no es más que ceniza.
Lo único real e indudable es la mirada de esperanza de mis
hijas, y me doy cuenta que son ellas mi país, que toda verdad la componen sus
sueños y deseos. Son ellas por quienes de nuevo escribo, reconstruyo y por qué
no me invento otro contexto, desde mi centro, desde el núcleo que conformo como
familia.
Así que aquí estoy reinventándome, soltando, desatando
nudos, sin expectativa de desenlace. Y como quien escribe espera que del otro
lado alguien más inicie el dialogo, sólo espero que quien me lea también pueda
exorcizar esta extraña sensación de incertidumbre que por momentos paraliza.
No pertenezco a nadie, no me debo a nadie; y las hijas
tampoco, sólo a nosotras y a nuestros propios principios, así que esa es la fuerza
a la que me uno para asirme de ella y no dejar que este torbellino nos lleve
consigo.
A fin de cuenta como dice el poeta “todo pasa y todo queda…
pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo camino, camino sobre la mar” todo pasa
y esto también pasará.
Nayit
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